Mi nombre es Jafet Calvo, tengo 17 años. Vivo en un barrio de riesgo en San José, Costa Rica y esta es mi historia.
Me gustaban los superhéroes porque siempre les iba bien. Quizás por eso comencé a ver a mi padre como un superhéroe. Me llevaba a todas partes, sosteniéndome de la mano, llenándome de una sensación de seguridad que no puedo describir. En medio de nuestra pobreza, nos brindó lo básico y cada día creció mi admiración y amor por él.
Un día mi padre tomó una mala decisión y terminó en la cárcel. Todo cambió. Cuando se llevaron a mi padre, mi corazón se fue con él, recuerdo cómo lloré. Estaba en séptimo grado y desde entonces no me importó nada. Con la ausencia de mi padre, las cosas empeoraron mucho. Mi madre no trabajaba y empezamos a sentirnos muy necesitados. Dejé la escuela porque no teníamos dinero. Estábamos hambrientos y mi dolor era cada vez más profundo. En mi vecindario me ofrecieron “trabajos” como traficante de drogas para ayudar a mi familia, pero sabía que no era una buena opción.
En FundaVida encontré lo que buscaba. Asistí a varias sesiones con el psicólogo y los mentores del Club me ayudaron mucho. También me uní al programa de desarrollo de liderazgo. Desde que FundaVida se ofreció a ayudarme con mis clases y tutorías, terminé volviendo a la escuela. Incluso empecé a sacar muy buenas notas. Las cosas estaban mejorando, pero algo no había sanado en mi corazón, ya que las cosas en mi casa no mejoraban.
Lo que más impactó mi vida fue un viaje que hicimos a Talamanca (una zona muy pobre de Costa Rica). Fuimos a servir, pero terminamos recibiendo la mayor bendición. Escuchar las historias de esas familias me hizo ver que lo que estaba pasando no era tan malo como su situación. Escuché historias de personas que pasaron por cosas peores y, sin embargo, lo lograron. Regresé de Talamanca pensando diferente, con el deseo de terminar mis estudios y poder ayudar a mi familia. Le conté todo a mi padre y eso también fue una inspiración para él. Eso lo motivó a retomar sus estudios, e incluso terminó reduciendo su pena de cárcel.
Hoy tengo 17 años y soy una persona diferente. Estoy en noveno grado y tengo excelentes notas. Quiero terminar la escuela secundaria para poder estudiar Contabilidad o Ingeniería de Sistemas.