Mi nombre es Luis Diego, tengo 21 años y vivo en Concepción de Alajuelita con mi mamá y mi hermana menor.
Nací con un solo pulmón y los médicos no tenían muchas esperanzas de que sobreviviera. Crecí sin poder jugar al fútbol ni andar en bicicleta. Desde la ventana de mi casa veía a los otros niños jugar en la calle y siempre me preguntaba por qué no podía jugar con ellos. Mi madre me dijo: “Sé fuerte y verás que algún día podrás hacerlo”.
Debido al abandono de mi padre, teníamos muchas necesidades y debido a mi salud, no pude hacer mucho para ayudar a mi madre y mi hermana. En la escuela me llamaban “enano” y me intimidaban mucho. Así crecí, temiendo a todos y a todo. Fui al instituto y todo empeoró. Un día los estudiantes me colgaron de una pared y se burlaron de mí. Llegué a casa llorando y le dije a mi madre que no volvería a la escuela.
Descubrí FundaVida y se convirtió en mi segundo hogar. Por primera vez en mi vida fui aceptado, respetado y escuchado. Aunque encontré verdaderos amigos en FundaVida, todavía tenía un gran miedo en mí. Preferí callarme y hacerme pequeño. El abuso que había experimentado todavía estaba muy presente en mi vida. Hice un viaje de servicio con FundaVida y eso cambió todo.
Fuimos a Vara Blanca (un lugar muy pobre de Costa Rica). El segundo día de viaje fuimos a caminar por las montañas y nos encontramos con un gran barranco en el sendero. Teníamos dos opciones, saltar o tomar el camino más largo. Felizmente, uno por uno, todos empezaron a saltar, pero yo temblaba de miedo. Todos los malos recuerdos volvieron y me sentí impotente. Escuché a mis amigos animándome, “Vamos Luis Diego. Tú puedes hacerlo. ¡Salta! Tú puedes hacerlo”. Algunos de ellos, incluidos los profesores, volvieron y saltaron una y otra vez para animarme. Pero estaba paralizado. Finalmente, me armé de valor para saltar. ¡Lo logré cruzar! Fue muy significativo, porque después de ese salto todo cambió.
Ahora tengo una estatura de 1.62m, peso 125 libras y tengo mi propio negocio llamado “Celulares Leitón”. ¡Quién lo hubiera pensado! En cualquier caso, estoy seguro de que mi vida no habría sido igual sin FundaVida.